sábado, 30 de julio de 2011

Aguantar.

     Duele que acabe, duele mucho que se rompan todas las promesas, que acabe aquella canción interminable, y no hay peros que te quiten el dolor, porque no le encuentras una buena razón para que acabe, pero no te queda otra porque no solo depende ti.
     Al principio creías de verdad que él tampoco quería terminarlo, ¿por qué iba a querer algo así? Juntos erais mejor, juntos erais especiales, ¿acabar con eso? No tiene mucho sentido. Pasaron los días y tu cabeza se fue haciendo a la idea, eso fue lo peor... que comenzaste a darte cuenta de que las cosas ahora eran así, sin poder hacer nada por remediarlo, sin poder volver atrás y buscar el error que todo lo estropeó, sencillamente... sin poder hacer nada.
     En un vacío empezaste a caer, era ridículo, porque te sentías bien, es más... te gustaba caer, deseabas tocar el suelo, sentir ese gran golpe por todo tu cuerpo, pero no había manera, caías y caías sin caer de verdad. Pasaban las horas, los días en ese estúpido vacío, y cuando viste una mano asomar por el comienzo del vacío comprendiste la razón de no caer. 
     No caías, nunca lo habías hecho, tan solo volabas en el aire, porque había una cosa que conseguía eso, la esperanza, la que atrajo a alguien hacia aquel vacío para tenderte su mano y salvarte, porque no lo dudaste, levantaste tu mano y subiste con fuerza, dándote cuenta que no se trataba de caer, sino de ser capaz de Aguantar La Espera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario